domingo, 1 de julio de 2012

EL LEVÍTICO XV (CAPITULO V)

"Así mismo el que tocare el cuerpo del que tiene flujo, lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será inmundo hasta la noche y si el que tiene flujo escupiese sobre el limpio, éste lavará sus vestidos, y después de haberse lavado con agua será inmundo hasta la noche".

El versículo 7 del texto nos dice "el que tocare el cuerpo del que tiene flujo", aquí tenemos en cuenta la palabra "tocar"; los libros sagrados, entre estos la Biblia, utilizan esta palabra como sinónima de "unión sexual", así tenemos frases como estas: "No había tocado mujer", ''tocó a su esposa", etc. El Levítico XV nos manifiesta que el que "tocare" el cuerpo de un fornicario será inmundo, esto nos indica la tremenda magnitud del delito de fornicar, quiere decir que si un fornicario se une carnalmente con una mujer no sólo será inmundo el fornicario sino la mujer con la que fornica; esto también debemos verlo a la inversa, o sea, si un varón "tocare", o tuviera unión carnal con una mujer, y si ésta llegara al orgasmo, su marido, su amante, en fin, el que tuviera unión sexual con ella, ese varón será inmundo y deberá purificar sus vestidos, sus "Cuerpos Psicológicos". Así pues, la fornicación nos convierte en unos transgresores, impíos, pero la Suprasexualidad, la no eyaculación del semen, será nuestra resistencia, nuestra esperanza, nuestra fortaleza y realidad para dar cumplimiento a ese mandato Jehovístico: No fornicarás.

Aquel que no fornica sabe muy bien que esa es la orden para todo el que anhele seguir por la Senda Cristica hacia el Padre que está en secreto. Por voluntad de Jehová Dios debemos dejar de fornicar. Jamás podemos olvidar esa gran Ley. Obviamente, y así está escrito, las cosas del espíritu son locuras para las bestias humanas fornicarias que sólo ven en el sexo una fuente de placer pasionario, animalesco. En verdad, muchas veces el alma desmaya, pero si no fornicamos, ni "tocamos" o no nos unimos a una persona fornicaria, nos fortificamos, saldremos victoriosos. Cuando fornicamos, cuando nos pervertirnos, el Padre se aleja de nosotros, y cuando Él se aleja de uno, caemos en desgracia. Pero Él no se ausentará si permanecemos fieles a la Ordenanza del Señor Jehová. Así nunca caeremos en miseria pues somos asistidos por el Padre. Miserable es el hijo malvado que fornica, a ese, más le valiera no haber nacido, mejor le valdría colgarse una piedra de molino al cuello y arrojarse al fondo del mar. ¡Ay de aquel que se aleja del Padre! El enemigo de la noche, la fornicación, habla maldad contra nuestro Padre; ella espera por nuestra alma, ella aconseja contra nuestra alma ¡Ay de aquel que pierde el alma! La tenebrosa fornicación que dentro de nosotros mora, exclama: "Dios lo ha abandonado. Persigámosle y apoderémonos de él, pues no hay quien lo salve". Nuestro Padre Interior, si no fornicamos, puede auxiliamos. Caro lector (a) que la vergüenza, la desgracia y la destrucción sean para el Ego animal que nos lleva a la fornicación.

El versículo 8 se refiere a "escupir sobre el impío fornicario. "Escupir" alegoriza "hablar", "platicar", es tanta la abominación del fornicario, que Jehová Dios presenta que aquel que habla cosas sagradas, divinas con el que tenga emisión seminal, también eso se convertirá inmundicia. En realidad de verdad, la fornicación es la que ha originado a esta humanidad sus descalabros y su desorden, originando una obra adulterada, que incuestionablemente ha quedado fuera del ámbito divinal, aunque en ella haya quedado atrapada nuestra Conciencia, la Esencia, el Buddhata, el material psíquico de la humana criatura, de tal forma que cualquier impulso hacia nuestro Padre que está en secreto, sin dejar el delito de la fornicación, nos desvía hacia el Ego animal y aquí se fragua todo nuestro mundo de amarguras. La caída de nosotros en la fornicación hace dieciocho millones de años ha ocasionado que el material psíquico, la Esencia o Conciencia, haya quedado enterrada entre el Ego, como en una tumba, como castigo de este imperdonable error. Todo esto ha sido exhaustivamente estudiado por los filósofos antiguos, tales como Filolao, el Pitagórico (siglo Vade C), por Platón, por la Doctrina de los Órficos, etc. La defensa y alabanza a la fornicación como lo hacen los falsos apóstoles de esta Edad Negra, prohibida por Jehová Dios, es paranoia e idolatría de la peor especie, pues ella constituye en sí y por sí mismo la Herejía de la Separatividad, condenándonos a la "Involución sumergida del Infrarnundo".

Ningún ser humano sincero podría tomar el sendero de la Salvación si no com­prendiese previamente el delito abyecto de la fornicación. El camino de la Salvación queda expedito cuando abandonamos el estólido vicio de la eyaculación seminal. Quie­nes jamás transmutan el Esperma sagrado en energía creadora con la clave "Conexión Lingam- Yoni sin eyacular el semen" no lograrán escaparse de las fuerzas siniestras del Ego animal. Derramar el semen equivale a escupir toda la baba difamatoria contra el Dios "In Abscondito" de cada uno de nos, debido a que el poder creador de nuestro Lo­goi Interior para darle forma a los Cuerpos Celestiales o Psicológicos: Astral, Mental y Causal, está en los órganos creadores y esta capacidad se destruye por medio de la fornicación. No perdamos de vista jamás, si en realidad pretendemos dejar la eyacula­ción seminal, que la energía sexual, en última síntesis viene de la Luz de Luces, que es precisamente el Cristo Intimo de cada ser humano, o sea, que en el "Jesucristo Interior" de cada uno de nosotros resplandece maravillosa la energía creadora y cuando herimos de muerte el Ego de la fornicación, transmutamos, como dicen los Alquimistas o Adep­tos del Arte Hermético, el plomo en oro...






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